Cristo Y La Oración

Autor: Lic. Omar Valcárcel   

“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.” - Hebreos 5:7 

Quien se puede imaginar al Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad orando en la forma en que este versículo dice. No solamente oró con ruegos, súplicas, clamor y lágrimas, sino que dice el escritor a los Hebreos que fue oído por Dios a causa de Su temor reverente.

Este versículo revela un aspecto de la vida del Señor Jesús durante Su ministerio terrenal. El Señor oraba con todo Su ser. El Señor Jesucristo sabía a quien se dirigiría en oración, y reconocía que Su Padre era digno de ser temido; o podríamos decir: respetado por quien Él es.

Creo que a muchos de nosotros nos falta unir a la oración todo nuestro ser. La oración puede convertirse a veces en lanzamientos de palabras desconectadas del corazón. Este versículo nos enseña que en los momentos de oración empleamos todo nuestro ser “espíritu, alma y cuerpo”( 1 Tes 5:23).

Por último, aprendemos que al orar reconocemos que Dios sigue siendo Dios. Me refiero a que no se nos puede olvidar que aunque somos hijos e hijas de Dios, no podemos dirigirnos a Dios como nos parezca. El Señor Jesús siempre se dirigió hacia Dios con sumo respeto y reconocimiento. Hagamos lo mismo.